domingo, 8 de agosto de 2010

¡Yelitza me tiene harto!


Esa mañana llego a  mi casa ubicada en el sector Tipuro de Maturín, tras dos días de ausencia motivada a una acalorada discusión sostenida con mi esposa.  Aunque no era mi costumbre, decido primero ir al patio para ver a “Riki”  y a “Pancho”, mis loros consentidos comprados en Tucupita. Al llegar ahí me sorprendo y me asusto mucho al ver un cadáver tirado en el suelo. Al pánico, le sigue el gesto instintivo de ver para todos lados y retroceder unos metros. Pero con el pulso acelerado, cuento hasta diez y me acerco. No había dudas, es un cadáver. Tiene desfigurado el rostro, con sangre todavía fresca deslizándose por su anatomía. Un muerto desconocido. Jamás había visto esa cara, ese torso pálido, esas piernas largas y velludas flexionadas con torpeza, seguramente por el homicida quien, deduzco, luego de asesinarlo, lo tiró en el patio de mi casa. Aprecio que era un hombre joven semidesnudo (apenas unos calzoncillos y unas medias) de unos 25 años, con una herida sangrante, tal vez de un balazo en la sien derecha, y varios hematomas en su pecho.

Pienso que primero será mejor avisar a la policía, pero advierto que no será tarea fácil explicar el hallazgo. “¡Necesito un abogado! Me acuerdo entonces de un amigo, pero no llamo. Entro a la casa por la cocina y con estupor veo en el piso un pantalón y una camisa que no son míos, máxime cuando están manchados de sangre.  Con esta nueva situación veo alejarse la posibilidad de llamar a la policía. Sobre todo cuando sigo las gotas de sangre hasta el dormitorio donde mi mujer todavía descansa.

Con el corazón latiendo muy aceleradamente, irrumpo en el cuarto y veo a Yelitza aun en bata de dormir, con chancletas de cuero negro, en su pelo  colgaban rollos de cartón extraídos del papel higiénico y con una mascarilla de aguacate en su rostro.

-¿Por qué volviste?-, pregunta ella.

-Encontré un cadáver en el patio-, contesto con fingida naturalidad para no alarmarla.

-Ah, ¿era eso? Pensé que venías para hacer mercado, comprar el gas. Fíjate que no hay agua filtrada en la nevera. Ah...y no te olvides que hoy vencen los recibos de luz, teléfono y del servicio de TV por cable.

-Encontré un cadáver...-insisto medio molesto.

-Te escuché -dijo ella inmutable- El mes pasado dijiste que había un ahorcado cerca, la semana pasada que violaron a una niña, que viste un ovni sobre Temblador...

-¿Piensas que estoy loco?-, digo vaticinando otra discusión con mi mujer.

-Te creo, ¡pero es que hay tantos problemas urgentes por solucionar en esta casa!


Crónicas urbanas
Andrés Eloy Ravelo

Nota del autor: Los lugares, personajes y situaciones relatadas aquí, tienen un carácter hipotético. En ningún caso deben ser interpretadas literalmente como hechos de una realidad específica.

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