miércoles, 19 de junio de 2013

UNA LLAMADA DESESPERADA

Julia tenía un año divorciada. Vivía en Temblador y pensó que ya era tiempo de acabar con la abstinencia sexual que había mantenido por respeto a sus padres. Con una sensación de libertad nunca antes sentida, vino a Maturín para descubrir nuevas emociones. Le costó mucho conseguir hospedaje en un hotel, ante la serie de reservaciones confirmadas en esos hoteles por la fanaticada del torneo internacional de fútbol, Copa América, que se disputaría en la ciudad. Una vez haberse registrado en el lobby del hotel, subió al ascensor para ir a la habitación asignada. -¡Qué patético, cómo hay fotos del comedor del hotel en este ascensor! ¿A quién se le ocurre semejante cosa? Pues tiene que ser a la mujer del dueño-, exclama ante la sorpresa del botone que la acompaña. Al estar ya sola y tirada en la cama de la habitación, decide llamar a una de esas empresas de acompañantes, de las que publican información, especialmente para hombres, en algunos diarios de Maturín. Entre los avisos encontró uno que ofrecía el servicio masculino y en especial le llamó la atención porque estaba firmado: “Furia Erótica”. Tuvo el impulso de llamar de inmediato, pero la secuela de temores generada por sus prejuicios morales la hicieron dudar. Dio varias vueltas a la habitación acabando con los caramelos de cortesía. Después de analizar con cuidado el aviso, decidió llamar… Tomó el periódico en sus manos, -que temblaban y sudaban por la expectativa-, levantó el auricular del teléfono y marcó el número que indicaba el aviso. -¡Hola!-, contestó un hombre con una sensual voz. -¡Hola!, entiendo que sabes de masajes y la verdad es que necesito que vengas a mi habitación y me des uno urgente... ¡No, espera!, en realidad lo que quiero es ¡sexo! Tengo un desespero por tener una larga sesión de sexo salvaje, ¡pero ya! Estoy hablando en serio. Deseo que dure toda la noche y estoy dispuesta a participar en variadas y atípicas posiciones..., y si eso tiene un nombre que puedas pronunciar, ¡yo quiero hacerlo! Trae toda clase de implementos, accesorios y juguetes para mantenerme despierta ¡toooda la noche...! Quiero que me inmovilices y que me llenes el cuerpo con miel, para después lamérmelo con la lengua o con lo que tú quieras. ¿Qué te parece? -Pues la verdad suena fantástico..., pero señora, para hacer llamadas externas, primero necesita marcar el nueve y esperar el tono...-, le responde uno de los recepcionista del hotel. Crónicas Urbanas. Andrés Eloy Ravelo Nota del autor: Los lugares, personajes y situaciones relatadas aquí, tienen un carácter hipotético. En ningún caso deben ser interpretadas, literalmente, como hechos de una realidad específica.

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